5 reconfortantes historias Bíblicas

junio 5, 2014 • Creencias básicas mormonas, Los Mormones, mormonismo, Reflexiones sobre Jesucristo • Views: 6609

Cuando los tiempos son difíciles, ayuda leer acerca de otras personas que enfrentaron pruebas y sobrevivieron. La Biblia está llena de gente imperfecta que luchó a través de una amplia gama de pruebas con la fe, a pesar de que a veces les tome un tiempo recordar tener fe. Leyendo estas historias durante sus propias pruebas puede traer consuelo y orientación para atravesar por tus peores-o incluso todos los días-pruebas.

Ester: Consuelo mientras está defiende la verdad.

Esther de la Biblia

Esther de la Biblia

La historia de Ester es un tema controvertido, ya que algunos estudiosos de la Biblia no están seguros de que sea verdad debido a que parece promover un mensaje político que no encaja  fácilmente en el mensaje religioso de la Biblia. Sea o no verdad, la historia ha ayudado a muchas personas a lo largo de los siglos a  encontrar coraje y consuelo en tiempos difíciles. A menudo, nuestra necesidad de consuelo resulta de la maldad del mundo. Como cristianos, estamos llamados a defender la verdad y la justicia, sin importar lo poco popular que nos haga o cuáles sean los riesgos. Esto puede ser muy atemorizante, especialmente para las personas que no son de asumir riesgos por naturaleza.

La historia comienza antes que Ester entre en ella. El rey se casó con una mujer muy hermosa llamada Vasti. El rey quería que ella presumiera de su belleza con sus invitados, los cuales estaban borrachos y por lo tanto se podía contar con una falta de respeto de una manera inadecuada. Ella se negó a venir cuando el rey le hizo señas. El rey se puso furioso, pero ella se mantuvo firme y se retiró como reina. Ella pudo haber sido asesinada.

Ester, una mujer judía que inicialmente fue lo opuesto de Vasti – tímida, tranquila y obediente. Ella se convirtió en la favorita del rey, después de ganar una serie de concursos de belleza con el premio de la oportunidad de tomar el lugar de Vasti.  Ella, al igual que Vasti, era muy hermosa.  Nadie en la corte sabía que Ester era judía.

Su primo, Mardoqueo, que la había criado, descubrió que Amán planeaba matar a todos los judíos y que Amán había le mentido al rey para para que accediera. El pueblo judío comenzó un ayuno y se pusieron en silicio y ceniza fuera de las puertas del palacio. Esto era ilegal y Ester estaba preocupada por la seguridad de Mardoqueo.

Mardoqueo quería que Ester vaya ante el rey para abogar por los judíos. Ella sabía que acercarse al rey sin una invitación podría conducirla a su muerte, pero Mardoqueo señaló que como una judía, la matarían de todos modos si el decreto se ejecutaba. Sugirió que tal vez Dios la había colocado en esta situación sólo para tiempos como este.

Ella le pidió que los judíos ayunaran durante tres días y ella con sus sirvientes harían lo mismo. Ella dijo que a continuación se acercaría al rey, y si ella moría, que muriera.

Las cosas funcionaron bien para Ester. El rey no la mató y Amán fue ejecutado por traición. La orden no podía ser derrocada, pero a los judíos se les permitió defenderse. Este evento es la base de la celebración judía del Purim.

Hoy en día, a la mayoría de nosotros no se nos pide defender lo que es correcto al riesgo de perder nuestras vidas, pero si enfrentamos situaciones a nuestro alrededor que nos obligan a demostrar coraje moral. Si todas las personas que conocen las enseñanzas de Dios sobre un tema se quedan en silencio, aquellos que se oponen a la verdad van a ganar.

» Al vivir nuestro día a día, es casi inevitable que nuestra fe se ponga en tela de juicio. A veces estaremos rodeados de otras personas y, sin embargo, seremos la minoría o incluso seremos los únicos con un criterio distinto en cuanto a lo que es aceptable y lo que no lo es. ¿Tenemos el valor moral para defender nuestras creencias aunque tengamos que hacerlo solos?… es esencial que seamos capaces de enfrentar, con valor, cualquier desafío que se nos presente» (Thomas S. Monson, «Atrévete a lo correcto aunque solo estés», Liahona, noviembre de 2011, 60).

En estos días agotadores y exigentes, es útil citar Ester: «Y si perezco, que perezca.» No siempre podemos ganar nuestra batalla, como lo hizo Ester, pero como medito,  si moría en el intento, moriría luchando por causas morales y en el lado derecho de Dios.

La viuda de Sarepta: Consuelo durante saltos de fe.

Viuda de Sarepta

La viuda de Sarepta ni siquiera tiene un nombre en la Biblia. Ella no era considerada importante en su propio tiempo. A pesar de esto, Dios estaba consciente de sus necesidades y envió a alguien a reunirse con ellos de una manera muy inusual. Todo lo que se le pedía era que tuviera fe––un mayor nivel de fe que el que muchos de nosotros podríamos de tener.

La viuda estaba sufriendo por la persistente sequía que dejó a muchos con hambre. El profeta Elías se estaba escondiendo cuando Dios le dijo que fuera donde una viuda específica para solicitar comida y alojamiento. Ella era una gentil, no una judía. La encontró en la entrada de la ciudad, donde estaba recogiendo leña para preparar lo que ella esperaba que fuese su última comida para ella y su hijo. Cuando hubieran comido, no habría más comida y simplemente esperarían a morir.

Elías le pidió agua. A pesar de que hubo una terrible sequía y el agua era difícil de conseguir, de buena voluntad le trajo un poco. Luego le pidió pan, ella le explicó que sólo tenía un poco de harina y aceite. Él le dio instrucciones para que primero le haga un pequeño pastel (similar al pan pita) y luego que haga una comida para ella y su hijo. Él le pidió que hiciera esto sin temor y que confiara en su promesa de que Dios –un Dios que no era su Dios– se encargaría de que tenga harina y aceite hasta que lleguen las lluvias de nuevo.

La mayoría de mujeres habrían estado demasiado temerosas de hacer este tipo de sacrificio, sobre todo si tienen un niño hambriento. Esta mujer ni siquiera era judía, y así ella pudo razonablemente no haber visto a Elías como un profeta. Sorprendentemente, ella confió en la promesa de Elías y en el Dios de Elías. Ella siguió teniendo suficiente comida durante los años que el profeta vivió en su casa.

Hay muchas lecciones reconfortantes que podemos rescatar de las experiencias de la viuda. Una es que Dios presta atención a nuestras necesidades, incluso cuando al parecer no somos importantes. Después de todo, ni siquiera conocemos el nombre de esta mujer, y sin embargo, el mismo Jesucristo sabía quién era y se refirió a ella en sus sermones. Tan pobre como ella era, ella le importaba a Dios, que no se fija en nuestra riqueza o en el estatus social, la etnia o la cultura. Él sabe su nombre, incluso si nosotros no.

Me parece útil esta historia cuando tengo miedo. La mujer tuvo que hacer la torta para Elías antes de hacerla para ella y su hijo. Sólo cuando ella ya había hecho su comida descubrió que tenía suficiente  para alimentar a su hijo. Cuando las cosas se ponen difíciles, me encuentro queriendo que Dios arregle las cosas antes de que yo demuestre que confío en Él, y la viuda me ayuda a recordar a confiar en las órdenes de Dios. No siempre puedo esperar a que Dios haga el primer movimiento, a veces sólo tengo que dar ese salto de fe después de recibir instrucciones de parte de Dios.

Jonás: Cuando has hecho algo mal

Jonas

La Biblia cuenta con muchas historias de personas que han cometido errores. El mensaje que viene de ellos es que podemos arrepentirnos y Dios nos perdonara por nuestros pecados.

Jonás era un profeta que fue llamado para predicar el arrepentimiento a Nínive. A veces suponemos que alguien lo suficientemente especial como para ser llamado profeta es prácticamente perfecto y siempre valiente. Jonás nos muestra que los profetas son personas corrientes llamadas a hacer cosas extraordinarias. Todos nosotros también somos personas comunes  y corrientes. Es la manera en la que respondemos a las llamadas de Dios lo que nos hace extraordinarios. Jonás, un hombre común llamado para ser un profeta, tenía un defecto ¿y quién no tiene por lo menos uno?

Jonás parece haber estado enojado con Dios. A los israelitas, en aquella época, se les había enseñado que los judíos eran el pueblo elegido y los gentiles eran malos. Esto estaba profundamente arraigado en ellos para que olvidaran que los gentiles individuales podrían ser buenos o también que Dios realmente ama a los Gentiles.  Los asirios, en la mente del pueblo de Jonás, eran especialmente malos y bélicos, y los dos grupos se consideraban profundos enemigos.

Jonás estaba molesto de que Dios lo mandara a predicar a sus enemigos –no porque tuviera miedo, sino porque no quería darles la oportunidad de arrepentirse y salvarlos. Si lo hicieran, no podrían ser destruidos, y Jonás los quería destruidos. Así que en lugar de dirigirse a Nínive, y abordó un barco rumbo a Tarsis. Imaginó que podía ir en otra dirección y esconderse de Dios. Sus prejuicios estaban interponiendo en el camino de su humanidad y amor por todos los hijos de Dios. Esta es una falta grava para un profeta.

Por supuesto que es imposible esconderse de Dios, por lo que creó una tormenta que puso el barco en un gran peligro. Jonás estaba dormido y se perdió gran parte del comienzo del drama. Los marineros comenzaron a tirar cosas por la borda con la esperanza de aligerar el barco para así poder salvarlo. Cuando esto no parecía ser suficiente, el capitán despertó a Jonás y le dijo que debía pedirle a su Dios ayuda para saber quién tenía la culpa de la tormenta, echaron suertes y el resultado apunto a Jonás como el culpable.

Él les dijo que lo tiren por la borda y el barco estaría a salvo. Para su crédito, ellos no quieren hacer eso, así que primera trataron de remar hasta la orilla. Finalmente, se dieron cuenta de que tendrían que echarlo por la borda.

Estoy seguro que Jonás pensó en ese momento, que iba a pagar con su vida por su odio y rebelión. Para su sorpresa, Dios había preparado una manera de salvarlo. Él envió un gran pez para que tragase a Jonás. Cuando el pescado se presentó, probablemente Jonás no se sintió reconfortado. Después de todo, ser tragado por un pez grande no se siente como un rescate. Dios logró que el pez se tragara a Jonás sin hacerle daño y él se quedó allí durante tres días-probablemente los tres días más desagradables de su vida. Esta historia se considera parecida a la estancia de Cristo en la tumba por tres días. Jonás pasó los tres días orando y arrepintiéndose, él le prometió a Dios que iba a hacer lo correcto si alguna vez salía de allí. Cuando los tres días terminaron, el pez decidió que no estaba interesado en Jonás y lo escupió. Aunque algunas personas han sugerido que esta historia no puede ser cierta, Jesucristo creía que era verdad, y por eso mismo es verdad.

Muchas personas, cuando están en problemas, hacen promesas a Dios, pero pocos realmente las mantienen. Jonás lo hizo. Él fue a Nínive y predicó el arrepentimiento. Posiblemente, para su sorpresa, la gente le creyó y se arrepintieron.

Es importante señalar que Jonás no se convirtió en perfecto después de este evento. Cuando la gente se arrepintió, él no celebró-él se enfadó. Él no quería que se arrepintieran, especialmente cuando Dios decidió no llevar a cabo los castigos que había prometido. Ahora que se habían arrepentido, Dios los aceptó. Jonás reprendió a Dios y sugirió que lo matara si es que así iban a ser las cosas.

Dios puso se puso manos a la obra ayudando a Jonás a arrepentirse otra vez. Jonás salió de la ciudad para ver lo que le pasaría a sus enemigos. Dios envió una calabaza para dar sombra a Jonás, que el profeta aprecio. Pero a la mañana siguiente, Dios dispuso que un gusano matara la calabaza. Después, Dios envió un feroz viento desértico y un calor abrasador. Esta vez Jonás quería morir porque estaba muy incómodo. Dios le ayudó a entender que Jonás estaba molesto debido a que su calabaza protectora había muerto, pero no había hecho nada para ocasionar la muerte de la calabaza. Sin embargo, había ayudado a la gente de Nínive a que se arrepientan y necesitaba  celebrar la salvación de los hijos de Dios que Dios había dado lugar a través de la predicación de Jonás.

Las lecciones de Jonás son muchas. Tratar de huir de Dios y evitar sus mandamientos no es nunca una buena idea. Sin embargo, la historia nos enseña otra lección, es que podemos arrepentirnos y ser perdonados. Dios perdonó a la gente de Nínive de sus pecados profundos y mostro misericordia con ellos. Él hizo lo mismo con Jonás. No importa quiénes somos, Dios quiere que nos arrepintamos y volvamos a él. Él envía personas para ayudar a que esto sea posible. Las personas que Él envía puede que no sean perfectas, pero pueden mostrarnos el camino de regreso a la casa de Dios.

Los habitantes de Nínive eran muy malos y sin embargo, Dios trabajó duro para darles la oportunidad de ser salvados. Una vez que la gente de Nínive se arrepintió, Dios se olvidó de sus pecados y cambió el plan para su futuro. Podemos suponer, de sus esfuerzos amorosos para capacitar a Jonás, que Él hizo lo mismo con el profeta.

Si nuestros corazones sufren porque sentimos que hemos sido demasiado malos, la historia de Jonás nos puede ayudar a arrepentimos y cambiar nuestras vidas. Podemos confiar en Dios para que nos ayude en el proceso y que nos lleve hacia las personas que puedan ayudar si la necesitamos.

Lázaro: Cuando te sientes desahuciado

Lazaro

Lázaro y sus hermanas, María y Marta, eran amigos cercanos del Salvador. La historia de cómo el Salvador regresa a Lázaro de entre los muertos nos trae consuelo cuando nos sentimos desahuciados. No podemos presumir que Dios salvará a todas las personas de la muerte, pero la historia nos asegura que Dios es más grande que cualquier poder terrenal y tiene un plan para la vida y para el mundo. A veces nuestras pruebas sirven a un bien mayor si confiamos en Dios.

Jesús estaba ausente cuando Lázaro se enfermó. Un mensaje fue enviado a Jesús, pidiéndole que vuelva a casa para salvarlo, pero Jesús escogió para retrasar su regreso durante dos días. Explicó que la muerte de Lázaro tenía un propósito, el de glorificar a Dios. Cuando estaba listo para partir, sus seguidores le advirtieron que el retorno sería demasiado peligroso, pero Jesús no estaba preocupado. Cuando se acercaba a la casa de sus amigos, María y Marta estaban molestas de que Jesús haya tardado tanto tiempo. Marta corrió al encuentro de Jesús, que seguía acercándose, y le dijo que su hermano ya había estado muerto por cuatro días y que si Jesús hubiera estado allí, esto no habría sucedido. A pesar de esto, ella dijo que sabía que todo lo que Jesús requiriera de Dios, Él lo aceptaría. Ella tenía una poderosa fe en su Salvador. Jesús le aseguró que su hermano viviría de nuevo. Ella pensó que él se refirió a la resurrección prometida, que ella testificó que creía. Ella fue a decirle a su hermana Jesús estaba viniendo, y que quería hablar con ella.

María corrió a su encuentro. Ella estaba tan abrumada con el dolor por la muerte de su hermano que cayó a sus pies, llorando, y también afirmó la creencia de que si Jesús hubiera estado allí, Lázaro todavía estaría vivo. El corazón de Jesús se rompió en la profundo de su dolor. Preguntó dónde estaba Lázaro y le dijo que lo llevaría allí. Jesús, profundamente conmovido por el dolor de sus amigos, también lloró.

Cuando llegaron a la tumba, indico a las personas que quitaran la piedra. María protestó, diciendo que en este momento el cuerpo ya estaría en proceso de descomposición. Él le recordó lo que le había enseñado personalmente que si creía, vería la gloria de Dios.

Se retiró la piedra. Jesús ofreció una oración de agradecimiento a Dios y luego le indicó a Lázaro que se levantara. Lo hizo.

Jesús dijo que todo esto se hace para ayudar a que las personas lleguen a un testimonio de Dios y de Jesucristo. María, Marta, y otros que amaban a Lázaro sufrieron mucho durante este tiempo, pero Jesús, por mucho que lo amaba, tuvo que permitirlo. Debido a que Él lo hizo, cientos de cristianos han aprendido lecciones esenciales sobre el Salvador.

Cuando tenemos pruebas, queremos que Dios los elimine de inmediato, o incluso prevenirlos. Sin embargo, es a menudo que durante nuestras pruebas nosotros aprendemos y crecemos. A menudo, los demás también se benefician de las lecciones de nuestras pruebas. Si nos enfrentamos a ellos con fe, dejando que Dios se haga cargo, nuestras vidas serán más ricas en significado.

La Expiación de Jesucristo: Cuando no nos sentimos amados

Obtener instrucción de las Escrituras

Jesús pasó tres años enseñando el Evangelio y ayudando a los seguidores a dar el siguiente paso de la fe religiosa. Sin embargo, Él vino para los eventos que ocurrieron en el final de su ministerio: la expiación.

Jesucristo entró en el huerto de Getsemaní, poco antes de su arresto. Él estaba allí para comenzar a expiar los pecados del mundo, algo que había prometido hacer antes de que el mundo fuera creado. Esto era completamente voluntario de su parte, pero también era esencial. Como el único que podía llevarlo a cabo, si hubiera optado por no ser el Salvador, no habría habido ninguna esperanza para la humanidad. No podríamos arrepentirnos, resucitar de entre los muertos, o haber sido salvados.

El Salvador llevo a algunos de sus apóstoles con Él, y les pidió que montaran guardia mientras que él iba adentrándose un poco más en el jardín. El dolor del proceso de expiación, que involucró sufrimiento por los pecados de cada persona, fue muy doloroso, y sangró por cada poro. Cuando Él se detuvo por un momento, volvió con sus apóstoles y encontró que estaban durmiendo mientras que Él estaba sufriendo por ellos. Regresó a continuar con el proceso, pero de nuevo los encontró dormidos cuando regresó. Ellos no entendían lo que estaba haciendo, y mientras estaba triste, él los perdonó.

Cuando Jesucristo fue arrestado, soportó una gran cantidad de abusos, pero Él lo soportó por un bien mayor. Fue colocado en la cruz para morir dolorosamente, y aunque Él pudo haberlo evitado, no lo hizo. Él se dejó morir. Tres días más tarde, se levantó de entre los muertos y esto rompió las ataduras de la muerte para todos nosotros.

A través de la expiación de Jesucristo, somos capaces de vivir para siempre y así arrepentirnos de nuestros pecados. Podemos ser totalmente perdonados si nos arrepentimos, porque Jesucristo pagó la pena que nosotros no podíamos. Si podemos demostrar que nuestra admisión de la fe tiene un contenido real al tratar de llegar a ser como Cristo, podemos vivir con Dios para siempre

La expiación de Jesucristo puede ser una de las partes más difíciles de leer en la Escritura para los que aman al Salvador y odian pensar en Él sufriendo. Al mismo tiempo, es un extraordinario testimonio del amor que Dios y Jesucristo tienen por nosotros.

Los padres saben cuánto apartar a sus hijos del sufrimiento. Dios ama a Jesús más de lo que nosotros amamos a nuestros hijos, y sin embargo, tuvo que retirarse y dejar que Jesús sufriera través de la expiación. Lo hizo porque Él también nos ama lo suficiente como para sufrir por nosotros. Él envió a su Hijo, lo cual creo que es peor que enviarse uno mismo, sabiendo lo difícil que su vida iba a ser.

Jesucristo tuvo la posibilidad de venir aquí y vivir una vida fácil y perfecta, pero opto no hacerlo. Él vino, pero vino como nuestro Salvador. Él no tenía pecados propios y sin embargo, Él pagó el precio por nosotros en lugar de simplemente vivir una vida sin consecuencias negativas. Él nos ama demasiado.

La expiación me recuerda todos los días que me siento profundamente amado y nunca solo. El Salvador sufrió el dolor, el sufrimiento y la soledad para que yo pudiera tener una eternidad perfecta si eligiera hacerlo. Él me recuerda que la vida, con todas sus pruebas, existe como un regalo de amor.

Debate: ¿Cuál es su historia Bíblica favorita cuando necesita consuelo? ¿De qué manera lo reconforta? Déjenos un mensaje abajo para compartirlo con nosotros.

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