¿Cuál es la forma apropiada de orar?

agosto 23, 2016 • Creencias básicas mormonas, evangelio, fe y esperanza • Views: 20128

La oración es una demostración de nuestro amor por Dios. ¡Y Él ha hecho que sea tan fácil! Podemos efectuar nuestras oraciones en cualquier momento; no necesitamos un equipo especial, ni siquiera es necesario cambiar pilas ni pagar una cuota mensual para hacerlo.

Hay personas que sólo oran cuando tienen problemas, y hay otras que no oran nunca. En Helamán 13:22, encontramos una reflexión interesante: “No os acordáis del Señor vuestro Dios en las cosas con que os ha bendecido, mas siempre recordáis vuestras riquezas, no para dar gracias al Señor… por ellas…”.

¿Cómo debemos orar?

Jesús nos enseñó a orar. Oramos a nuestro Padre Celestial, en el nombre de Jesucristo, por el poder del Espíritu Santo. Ese es el “orden verdadero de la oración”, en contraste con las “vanas repeticiones” o recitados que se ofrecen “para ser vistos de los hombres”.

Jesús reveló que oramos a un Padre sabio que sabe de qué cosas tenemos necesidad antes de que le pidamos. En ciertas ocasiones, el sereno poder de la oración puede intensificarse con el ayuno, cuando esto sea conveniente según la necesidad particular.

Incluso, es posible ofrecer oraciones en silencio. Se puede pensar una oración, en especial cuando no sea apropiado pronunciar palabras. Por lo general, nos arrodillamos para orar, pero podemos hacerlo de pie o sentados; la posición física es menos importante que la sumisión espiritual a Dios.

Terminamos la oración “en el nombre de Jesucristo, amén”. Y cuando oímos la oración de otra persona, agregamos en voz alta nuestro “amén”, con lo que queremos decir: “Esa es también mi oración”.

¿Cuándo debemos orar?

¿Cuándo debemos orar? El Señor dijo: “Escudriñad diligentemente, orad siempre, sed creyentes, y todas las cosas obrarán juntamente para vuestro bien…”.

Oramos en privado, lo hacemos regularmente con nuestra familia, a las horas de comer y en otras actividades cotidianas. En resumen, somos una gente que ora.

Los padres deben enseñar a sus hijos a orar. El niño aprende de sus padres, tanto de lo que hacen como de lo que dicen. El hijo que vea a su madre o a su padre pasar por las tribulaciones de la vida orando a Dios fervientemente y que después oiga su sincero testimonio de que Él contestó con bondad, recordará lo que vio y oyó. Y cuando le sobrevengan las pruebas, estará preparado.

Con el paso del tiempo, cuando los hijos están lejos del hogar y de la familia, la oración les proporciona el escudo de protección que los padres tanto desean que tengan.

 

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