Respuestas a las siete preguntas
DANDO RAZÓN DE LA ESPERANZA QUE HAY EN NOSOTROS (1 Pedro 3:15).
Con mucha frecuencia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, es blanco, quizás como ninguna otra, de calumnias de todo tipo. Para aclarar estas calumnias es necesario ver un poco de historia.
Tengamos en cuenta que, antes de la Reforma de Lutero en el año 1520, solo había una Iglesia. Pero esa «Reforma» dio origen y constituyó el punto de partida en la historia, del denominado «protestantismo».
El problema radica en el propio origen de esta situación. El mundo había caído en una total apostasía, y la solución no llegaría con una «reforma», sino con una RESTAURACIÓN, y esto sólo podía ser hecho por Dios.
Porque si se reconocía en aquella época el abandono de la verdad y la corrupción por parte de la religión establecida, debería haberse sabido también que de lo malo no puede salir nada bueno. Sin embargo, se pretendió «reformar» algunas cosas. Algo así como «tomo lo que me gusta, y dejo lo que me desagrada». Eso hizo luego cada cual, según su sentir y entender.
«Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres, y el vino se derramará, y los odres se perderán» Lucas 5:37.
Frente a las calumnias que circulan en internet, resulta apropiado exponer brevemente algunas consideraciones sobre las creencias mormonas, recomendando a todos los interesados que se remitan a los sitios de la Iglesia, donde podrán encontrar las explicaciones sobre cualquier tema que les interese, y donde podrán realizar las consultas específicas para resolver sus dudas. Mejor aún si contactan a los misioneros, o se acercan personalmente a cualquier capilla de los SUD.
Pero sería oportuno presentar aquí un pequeño detalle, para aclarar las inquietudes que surgen con mayor frecuencia.
1) La Biblia
Por lo general, la Biblia es incorrectamente interpretada. En algunos casos por desconocimiento del contexto histórico y cultural del relato, como así también por ignorar cuál es la verdad o principio espiritual que en realidad se pretende comunicar por medio de determinado texto. Otras veces, tristemente se puede comprobar la manipulación de las Escritura, para forzarlas a decir lo que en realidad no dicen.
Nuevamente tenemos que citar la infinidad de iglesias que conforman el protestantismo, y que difieren en sus creencias unas de otras, siendo este fenómeno una prueba contundente de la inconsistencia en la interpretación.
Pero quizás el problema mayor se deba a los cambios y errores que se fueron produciendo en las diversas traducciones, que pueden llegar incluso a cambiar el sentido de algunos textos.
Por eso, el octavo Artículo de Fe de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, establece lo siguiente:
«Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente; también creemos que El Libro de Mormón es la palabra de Dios».
El Libro de Mormón conforma una verdadera unidad con la Biblia. Armoniza plenamente con ella, y la plenifica.
El Libro de Mormón es un relato de pueblos antiguos provenientes del Viejo Mundo que vivieron en las Américas, y relata la visita que Jesucristo realizó a estos pueblos, que son las «ovejas de otro redil» a las que se refirió Jesucristo.
La unificación de estas dos Escrituras (la Biblia y El Libro de Mormón), fue profetizada en Ezequiel 37:15-20.
Todas las doctrinas mormonas se encuentran sólidamente establecidas sobre los principios bíblicos, toda vez que constituyen una plena restauración de los mismos y del poder del sacerdocio, cuyas llaves le han sido conferidas.
2) Jesucristo y Salvación
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, reconoce que toda oración, bendición, y ordenanzas deben llevarse a cabo solamente en el nombre de Jesucristo, que Él vivió una vida perfecta, sin mancha, y que el derramamiento de su sangre y la muerte en la cruz, ha constituido una perfecta Expiación para el género humano, de modo que todos los que crean en Jesucristo, se arrepientan de sus transgresiones a los mandamientos de Dios y pasen a vivir en obediencia a los mismos, tienen derecho a la vida eterna.
La obediencia es el modo en que demostramos la verdadera fe en Jesús, y ella nos coloca en la senda de la salvación, porque los méritos de Cristo se aplican de lleno sobre nosotros. Es finalmente por la Gracia de Cristo que somos salvos después de hacer cuanto podamos. 2 Nefi 25:23
Los mormones creen y enseñan también que Jesucristo regresará en poder y gloria para reinar sobre la tierra, y juzgará a la humanidad.
3) Jesucristo. Su misión en la carne y el sacrificio en la cruz
Todas las cosas creadas fueron hechas por Jesucristo, bajo la dirección del Padre. Su existencia debe contemplarse desde la perspectiva pre terrenal.
Elegido desde antes de la fundación del mundo como Cordero Expiatorio para la salvación del género humano, descendió en la carne a este mundo, abandonando temporalmente su trono en los cielos junto al Padre, para venir a vivir como hombre perfecto.
El Unigénito del Padre vino a vencer las pruebas de la tierra, y gracias a su naturaleza divina, se constituyó en Redentor del género humano.
4) El lugar de nuestras obras
Habiendo dejado debidamente aclarado lo concerniente a la salvación por fe en Jesucristo, resulta apropiado considerar que, en virtud de que todos seremos juzgados de acuerdo a nuestras obras, es necesario que prestemos atención al lugar que ellas ocupan dentro del plan de salvación.
El reino de los cielos es, de acuerdo a las escrituras, de quienes hacen la voluntad del Padre, y leemos también que nuestra fe, si no es vivida a través de nuestras obras, está muerta.
Decir que tenemos fe en Jesucristo y que creemos en su nombre, implica también que debemos hacer todo lo que podamos para conformarnos a la voluntad de Dios, y esto es lo que muchos no quieren aceptar y por eso prefieren quitarlo. Ellos creen que una vez salvos, son salvos para siempre, y que ya no hay cuidado. ¡Grave error!
No debemos menoscabar la obra de Cristo, o tratarla con ligereza, «la vida eterna es para quienes perseveran en hacer el bien».
5) Profetas y revelaciones
Los Santos de los Últimos Días (conocidos popularmente como mormones), reconocen al presidente de la Iglesia de Jesucristo SUD como el profeta de Dios sobre la tierra en nuestros días.
El noveno Artículo de Fe de la Iglesia declara: «Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela, y creemos que aún revelará muchas, grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios».
Siendo que los profetas hablan la voz de Dios, y nos conducen en el camino del verdadero Evangelio de Jesucristo, nuevamente restaurado en la tierra, es apropiado decir que la obediencia a sus palabras nos hacen merecedores de la salvación, porque ellos sólo expresan la voluntad de Dios.
«Ay de aquel que niegue las revelaciones del Señor, y del que diga que el Señor ya no obra por revelación, ni por profecía, ni por dones, ni por lenguas, ni por sanidades, ni por el poder del Espíritu Santo» 3 Nefi 29:6 (El Libro de Mormón).
En el mismo sentido, los Santos de los Últimos Días, tienen en muy alta y particular estima al profeta José Smith, porque Dios lo eligió entre los hombres para restaurar la verdadera Iglesia de Jesucristo en la tierra, la que lleva su nombre, y para ser el traductor de las planchas que luego se publicarían con el nombre de Libro de Mormón.
El Señor estableció a José Smith como Élder presidente, traductor, revelador, vidente y profeta de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y por su gracia, el evangelio restaurado se está dando a conocer al mundo entero.