Domingo 03 de agosto del año 2014, el tiempo pareció detenerse… las lágrimas y los semblantes decaídos predominaban en los rostros de los miembros del Barrio Rivas Vicuña, Estaca Santiago Chile Cinco de Abril, un silencio abrasador y reverente reinó en aquella trágica mañana invernal.
El amado y respetado hermano Alfonso Berindoague Vila yacía tendido sin vida a media cuadra del edificio de adoración mientras un puñado de sacerdotes contemplaba en afonía aquella conmovedora escena.
Alfonso Berindoague realizó su primer convenio con el Padre Celestial al ser bautizado en enero del año 2013, su entusiasmo por esta perla de gran precio se vio manifiesto en su desempeño en cada una de sus responsabilidades como un discípulo de Cristo.
A poco tiempo de su bautismo se volcó de lleno en la predicación del evangelio, pasando horas enteras y días consecutivos en las calles sirviendo y apoyando como un tercer testigo en las lecciones misionales. Su edad avanzada, sus problemas de salud y los cambios climáticos abruptos poco importaban cuando se trataba de poner una mano al servicio del Señor. En poco tiempo pasó de ser un presbítero a ser un élder en el Sacerdocio Mayor, y de ser el presidente de la clase de Principios del Evangelio a ser un dedicado misionero de barrio. Por cierto que contribuyo en más de una manera, sus habilidades como docente fueron altamente beneficiosas para quienes carecían de educación secular, sus esfuerzos anónimos en la limpieza del edificio fueron frecuentes y su alegría, devoción y gratitud permanentes.
Un hecho casi protocolar se desarrollaba en cada primer domingo de mes a mes, sus pies a paso lento se deslizaban por entre la alfombra del salón sacramental al procurar expresar desde el púlpito sus sentimientos más íntimos por el Salvador del mundo. Con la inocencia de un niño y la experiencia de un hombre de Dios, expresaba sin vacilar sus convicciones y certezas acerca del evangelio restaurado, incluso con aquel rasgo distintivo en sus palabras que le identificaban como un creyente de toda la vida, aunque arraigado previamente al momento de su conversión en otra fe.
Esa mañana fría y de un sol oculto entre las nubes de agosto sería la última en que sus pies se desplazarían en su habitual trayecto hasta la iglesia, un paro cardíaco fulminante frenaría de golpe sus apresurados pasos, la soledad de sus últimos años de vida se consumó en aquella vereda, donde permaneció aferrado sin vida a sus escrituras y con una ofrenda de diezmo en su camisa, justo frente a su corazón.
Muchos podrían decir con cierto grado de lastima; “Oh, no pudo expresar su ultimo testimonio en aquella mañana”, sin embargo, fue precisamente en esa mañana tan simbólica en la que Alfonso Berindoague compartió su testimonio más profundo y el de mayor peso para el alma, y este es que se puede ser fiel a nuestras convicciones aun hasta exhalar nuestro último aliento de vida.
Hermano Alfonso, mi buen amigo, quedará en la historia de los cielos como un pionero contemporáneo, uno de aquellos que salió de este mundo con sus pies en dirección a Sión.
Tags: bendiciones, creencias mormonas, mormon, mormones, obra misional, plan de salvación
Me emocionó hasta las lágrimas la conversión del Hno.Alfonso, sé sin ninguna duda que el debe seguir ayudando a muchos al otro lado, que era Su tiempo y fue llamado porque estaba preparado.
Que maravilloso es saber que en éstos tiempos podemos ser pioneros y llevar sus enseñanzas en nuestro estilo de vida.
Me emocionó hasta las lágrimas la conversión del Hno.Alfonso, sé sin ninguna duda que el debe seguir ayudando a muchos al otro lado, que era Su tiempo y fue llamado porque estaba preparado.
Que maravilloso es saber que en éstos tiempos podemos ser pioneros y llevar sus enseñanzas en nuestro estilo de vida.