Unidad y diversidad en la Iglesia de Jesucristo

marzo 28, 2015 • Los Mormones • Views: 4535

El primero de una serie de tres parte sobre la Iglesia mundial, de la Sala de Prensa Mormona.

¿Puede una iglesia ser unida y diversa al mismo tiempo? En un mundo global como el nuestro donde el intercambio de ideas y cultura entre las personas es más fácil que nunca, una mejor pregunta sería “¿cómo puede sobrevivir una iglesia sin unidad y diversidad? Lejos de ser una contradicción, estos dos elementos se complementan el uno al otro como los ambos lados de una moneda.

Las diversas caras del pueblo mormón

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos con los santos, y miembros de la familia de Dios”. Efesios 2:19

La cara de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días está cambiando. Siendo que en un momento consistía en su mayoría en personas del nordeste europeo concentrados en el estado de Utah, la membresía de la Iglesia ha crecido alrededor del mundo desde mediados del 1900. Hoy esa cara reflejan todas razas y culturas, y tiene más color y más diversidad que nunca antes.

El mosaico le podría sorprender. Los santos de los últimos días viven en 190 países, naciones y territorios, hablan más de 120 idiomas y adoran en aproximadamente 300.000 congregaciones alrededor del mundo. Los brasileños dirigen la Iglesia en Brasil, los japoneses organizan el trabajo en Japón, los alemanes enseñan el evangelio a los miembros en Alemania y, ocasionalmente, la Iglesia crea congregaciones para satisfacer las necesidades de comunidades étnicas como la polaca en Chicago, la china en Salt Lake City y la camboyana en Massachusetts.

Los misioneros sirven en más de 400 misiones al rededor del mundo. Un joven de Italia podría servir en Inglaterra en una misión en mandarín; una señorita de Australia podría servir en California en una misión hablando en hmong; una pareja de jubilados de Idaho podría servir en una misión médica en la India. Estos voluntarios se sumergen en culturas extranjeras y aman a las personas que sirven.

Pero las estadísticas solo muestra una parte. Mucho en esta historia se cuenta a través de la expresión cultural.

Al vivir la experiencia de una celebración cultural en la dedicación de cualquier templo SUD, uno puede ver la energía de los pueblos del mundo. Ya sea la destreza de las culturas del este de Europa en el Templo Kiev Ucrania o la vivaz demostración folclórica en Buenos Aires Argentina. Estas celebraciones exhiben el baile, la música y las costumbres de los santos de los últimos días en su propio entorno.

Cada tres años artistas mormones de todas partes del mundo participan en la Competencia de Arte Internacional. El vento es organizado por la Iglesia y se presentan pinturas, dibujos, ilustraciones, fotografías, esculturas y más. Agrupados en una exhibición ecléctica, uno al lado del otro, estas obras muestran la profundidad de las reflexión religiosa y la maestría de la imaginación espiritual. Los participantes llevan consigo las personalidades de su herencia y la sensibilidades de sus regiones. Ni una sola perspectiva logra eclipsar a la otra y los colores del evangelio brillan a través de ellos.

En cada país y lugar, los santos de los últimos días contribuyen en sus propias culturas. Sin importan el origen de su etnia o su apariencia exterior, ellos tienen una identidad común como hijos del mismo Padre Celestial. La raza es parte de la afirmación del propósito humano. Tanto así como estas diferencias enriquecen, el evangelio de Jesucristo transciende a todas ellas.

Como el cuerpo de Cristo

Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo”. 1 Corintios 12:12

Para vivir el evangelio no se requiere que las personas dejen de lado lo que les hace únicos. Las cualidades que forman la identidad y que edifican el carácter también contribuyen para el bien de la Iglesia. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo comparó la Iglesia con el cuerpo de Cristo. En esa época las ramas de la iglesia se esparcían por diversas culturas y nacionalidades del Mediterráneo. Él escribió: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo” (1 Corintios 12:13). Así también es hoy. La Iglesia tiene miembros de todas las razas y nacionalidades y cada uno es un miembros vital del todo.

Debido a todas estas diferencias, los santos de los últimos días hallan alivio en sus cosas en común. Donde sea que viajen, ya sea Seul, Sao Paulo o San Petersburgo, los miembros de la Iglesia sienten la hermandad de su comunidad religiosa. Ellos comparten un conjunto de creencias comunes, un vocabulario familia y un compromiso conjunto de cuidarse los unos a los otros. Aún cuando no estén de acuerdo en asuntos políticos o económicos, crecen juntos al compartir sus diferencias con entendimiento y sensibilidad.

Al entrar en una capilla mormona y escuchar los ritmos de un servicio de adoración mormón pueden sentirse como en casa. Los servicios dominicales sigue el mismo formato, se canta música similar y se administran la misma Santa Cena. Los sermones usan las mismas escrituras, los instructores enseñan de las mismas lecciones. Los mismos materiales son traducidos y distribuidos a las congregaciones a lo largo de la Iglesia y, aún así, cada santo de los últimos días internaliza la experiencia de una manera diferente. Una unida cultura del evangelio existe a lo largo de diversos individuos y entornos sociales.

Al fin y al cabo, no hay santos de los últimos días americanos, santos de los últimos días europeos, santos de los últimos días africanos o santos de los últimos días asiático. Solo hay santos de los últimos días y nada más.

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