¿Qué pasa con las chicas mormonas?

mayo 19, 2014 • Jóvenes mormones • Views: 9147

Me convertí en una «chica mormona» (miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyo nombre a menudo se hace referencia de forma involuntaria como la «Iglesia Mormona«) apenas después de cumplir diecisiete años. Había pasado mucho tiempo observando a las chicas mormonas que conocía para que así yo pudiera encontrar la manera de ser como ellas. Algunas cosas eran evidentes, aunque me tomó tiempo comprender por qué las hacían.

Por ejemplo, las chicas se vestían con modestia. Estaban a la moda y muchas eran populares. Una de ellas era la reina del baile de graduación y otra era la capitana del equipo de entrenamiento. No parecían aburridas o anticuadas o desactualizadas en absoluto. Sus ropas eran lindas, pero modestas. Me enteré que a los chicos y las chicas mormones se les enseñaba a ser modestos para demostrar respeto por ellos mismos y por su Padre Celestial. Dios los creó a Su propia imagen. Sus cuerpos fueron regalos de Dios. Esos dos hechos los motivaban a ser respetuosos con ese regalo al no utilizarlo para llamar la atención inadecuadamente.

Las chicas mormonas tienen normas elevadas

amigas-mormonasTambién noté que las chicas mormonas tenían normas  y que vivían en base a estas -incluso cuando nadie estaba mirándolas. Eso fue especialmente de interés para mí. La mayoría de las chicas había pensado en eso, orado al respecto, y habían decidido que querían vivir con normas morales elevadas. Una joven de dieciocho años, quien enseñó a mi hija el verano después de su graduación les dijo a sus alumnos que había sido reina del baile de bienvenida y líder de porristas y que ni una sola vez consideró necesario rebajar sus normas para ser popular. Ella deseaba ser querida por cómo era realmente y no por ser alguien que hacía todo lo necesario para ser popular, incluso si esto la hacía sentir horrible interiormente. Por el contrario, mantuvo sus normas y era popular mientras se sentía bien acerca de sí misma.

Ann M. Dibb, una líder internacional a cargo del programa de las jóvenes adolescentes mormonas, contó que se encontró con una chica en la fila de una tienda.

Delante de mí había una jovencita de unos 15 años. Se veía segura y feliz. Al notar su camiseta, no pude contenerme y le hablé. Empecé: “Eres de otro estado, ¿verdad?”.

Sorprendida por mi pregunta, contestó: “Sí, así es. Soy de Colorado. ¿Cómo lo supo?”.

“Por tu camiseta”, le expliqué. Llegué a mi acertada conclusión después de leer la leyenda de su camiseta: “Yo soy mormona, ¿y tú?”.

“Tengo que decirte que me llama la atención tu confianza para sobresalir y vestirte con una declaración tan audaz. Percibo una diferencia en ti y desearía que cada jovencita y cada miembro de la Iglesia tuviera tu misma convicción y confianza”. Terminamos nuestras compras, nos despedimos y partimos.»(véase Ann M. Dibb,» Lo sé. Lo vivo. Me encanta”. Conferencia General de octubre del 2012).

Las chicas mormonas saben quiénes son

Ann Dibb dijo que esta conversación permaneció con ella y empezó a preguntarse qué pondría en una camiseta que expresara su testimonio. Decidió que la suya diría: «Soy una mormona. Lo sé. Lo vivo. Me encanta».

Esa es la actitud que vi en las chicas mormonas que analicé. Se sentían correctamente orgullosas de quiénes eran, no de una manera jactanciosa, sino de una manera tranquila que se reflejaba en el duro trabajo que habían puesto al decidir quiénes deseaban ser realmente. No habían tomado sus decisiones con base en la presión grupal, ni por el deseo de ser populares o de rebelarse, ni por la necesidad de imitar a una celebridad. Ellas se habían tornado a Dios y habían elegido convertirse en las mujeres jóvenes que Él quería que fueran. Tenían una confianza y tranquilidad que yo deseaba tener algún día.

Estas chicas tenían metas y planes. Aunque la mayoría de los adolescentes que conocía no pensaban en más allá del día siguiente, o a lo mucho, la universidad que querían asistir, estas chicas ya estaban haciendo planes para su vida eterna. Ellas sabían quienes querían llegar a ser para siempre, y sabían lo que tenían que hacer para cumplirlo.

Desde luego, todas no estaban en el mismo lugar durante el proceso. Algunas tuvieron problemas más difíciles que otras y algunas pasaron por senderos difíciles. Sin embargo, en su mayor parte, estas chicas tenían algo que yo quería, un plan eterno para sus vidas. Lo más correcto sobre las chicas mormonas era que ellas sabían quiénes eran en realidad, y nada que el mundo pudiera hacerles cambiarían eso.

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