Superando una crisis de fe

mayo 19, 2014 • mormonismo • Views: 3837

Mi primo y su esposa tienen cuatro hijas, pero perdieron a dos hijos varones cuando estos eran niños. Cuando su segundo hijo estaba en el hospital, sintiéndose que desfallecía a pesar de un excelente cuidado, mi primo afligido dijo que se sentía muy impactado, y que trataba de entender qué era lo que faltaba, cuán verdaderos eran sus cimientos y en qué podía creer.

El crítico de cine Gene Siskel una vez le preguntó a Oprah Winfrey, «¿Qué sabes con certeza?” Ella sintió que la habían agarrado desprevenida y dijo que tenía que pensarlo. Con el tiempo, ella pudo contestar esa pregunta, y también comenzó a hacer la misma pregunta a otras personas. En esencia, era la pregunta que mi primo se estaba haciendo en aquel momento devastador: «¿Qué sé yo con certeza?» Cuando sintió que todo en su vida se destruyó, él se hacía esa pregunta. Estaba buscando una respuesta dentro de sí.

Si Dios existe, entonces ¿Por qué permite que sucedan cosas malas?

Es una pregunta antigua: «Si Dios es omnisciente, todopoderoso y lleno de amor, entonces ¿Por qué permite que sucedan cosas malas?» Algunas de las respuestas que ofrecen la gente con la esperanza de brindar consuelo son: los caminos de Dios no son los caminos del hombre; el mal ocurre porque Dios permite que Sus hijos ejerzan el libre albedrío; Dios quiere que Sus hijos crezcan personal y espiritualmente por medio del sufrimiento. Aunque cada una de estas respuestas ofrece verdades que considerar, a menudo no proporcionan la ayuda esperada. Cuando las pruebas son largas o se intensifican, es común que la gente pierda la esperanza de ser aliviados o ayudados Dios.

«¿Por qué me pasa esto?»

Cuando sabemos que hemos hecho nuestro mejor esfuerzo para ser obedientes a los mandamientos de Dios, nos puede tomar por sorpresa un desastre del cual no éramos merecedores. En nuestro dolor, clamamos: «¿Por qué me pasa esto?» Y si es que la ayuda de Dios no viene rápidamente, podemos interiorizar el problema incluso más profundamente y preguntarnos cuán imperfectos somos o cuán merecedores de la angustia somos, o podríamos cuestionarnos por qué somos irrelevantes y preguntarnos: «¿Por qué Dios no se preocupa por mí?»

Todas las preguntas que hacemos mientras tratamos de entender nuestras creencias fundamentales, lo que sabemos a ciencia cierta, puede llevarnos a cuestionar nuestra creencia en Dios, al menos temporalmente.

Primero obedece, expresa gratitud, y pide con fe

Mi primo y su esposa siguieron adelante haciendo lo que siempre habían hecho: obedecieron a Dios, expresaron gratitud, y continuaron suplicando ayuda a Dios.

  1.  Para José Smith (Joseph Smith), el primer presidente y profeta de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (inadvertidamente llamada la Iglesia Mormona), el Señor Jesucristo declaró: «Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis «(Doctrina y Convenios 82:10). Esto quiere decir que, cuando somos obedientes a los mandamientos de Dios, Él promete bendecirnos.

Expresen gratitud.  El Señor también dijo: «Y en nada ofende el hombre a Dios, ni contra ninguno está encendida su ira, sino contra aquellos que no confiesan su mano en todas las cosas y no obedecen sus mandamientos» (Doctrina y Convenios 59:21). Una vez, el presidente Spencer W. Kimball (ex presidente de La Iglesia de Jesucristo) escribió que debemos expresar gratitud, incluso por la mejora más pequeña en nuestras situaciones. A menudo pienso en su consejo cuando estoy pasando por un desafío, así que busco cualquier cambio incremental por el cual puedo agradecer a Dios. El darnos cuenta de la mejora y al expresar gratitud por eso, nos ayuda a reconstruir nuestra confianza en Dios.

Oren fielmente pidiendo ayuda.  En el Libro de Mormón, el profeta Mormón escribió: «He aquí, os digo que quien crea en Cristo, sin dudar nada, cuanto pida al Padre en el nombre de Cristo, le será concedido; y esta promesa es para todos, aun hasta los extremos de la tierra» (Mormón 9:21).El Señor también dijo: «No juegues» con lo que pides y «no pidas lo que no debes» (D y C 8:10)

«Quedaos tranquilos y sabed que yo soy Dios»

Elder Richard G. Scott, uno de los apóstoles de la iglesia de Jesucristo  , aconsejó:

 

“Vemos sólo una ínfima parte del plan eterno que El creó para nosotros. Aunque te duela, confía en El con Su perspectiva eterna. Ten paciencia cuando se te pida que esperes cuando quieres una solución inmediata. Tal vez Él te pida que hagas algo totalmente contrario a lo que tu deseas. Ejerce la fe y dile: “Que se haga tu voluntad”. Si lo haces fielmente, estas experiencias te preparan para mayores bendiciones. Siendo tu Padre, Él quiere tu felicidad eterna, tu desarrollo continuo y el aumento de tu capacidad. Su deseo es compartir contigo todo lo que Él tiene. El camino que debes recorrer en la vida puede ser muy diferente que el de otras personas. Quizá no siempre sabrás por que El hace lo que hace, pero puedes saber que Él es perfecto en su justicia y misericordia. Él no te hará sufrir ninguna consecuencia, dificultad o carga que no sea para tu bien..

A medida que consideramos lo que sabemos a ciencia cierta, podemos «quedarnos tranquilos» y recordar que sabemos que Dios existe (Salmos 46:10). Incluso a través de la experiencia más turbulenta, Dios habla paz a nosotros. Él busca calmarnos y consolarnos a través del Espíritu Santo. Cuando los primeros miembros de La Iglesia de Jesucristo estaban soportando una intensa persecución y depravación, José Smith oró a Dios por Su consuelo. La respuesta que recibió del Señor le recordó, y a nosotros, de la perspectiva eterna de Dios de nuestra vida en la tierra: «Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento» (D. y C. 121:7).

Cuando podemos ver más allá del momento inmediato de dificultad, podemos vislumbrar un significado más profundo de nuestro sufrimiento. Este recordatorio, de que somos hijos de Dios que tienen una experiencia mortal, es una luz que en la que nos podemos centrar a medida que caminamos por la oscuridad de nuestros días dolorosos.

Podemos hacernos preguntas útiles: «¿Qué quiere Dios que aprenda de esto?» «¿Cómo puedo hacer que mi vida sea mejor debido a que he pasado por esta experiencia?» «¿Cómo esta experiencia me ayudará a entender y servir a los demás?»

Reconozcan la evidencia de que Dios está en el mundo

Mientras esperamos el alivio de Dios, podemos notar que Dios bendice y ayuda a otras personas. A menudo veo Su mano en la vida de alguien más, y en vez de preguntarme por qué me retiene Su ayuda, me susurro: «¿Te das cuenta? Dios está cerca. Espéralo». Me recuerdo que soy Su hijo, que Él está al tanto de mí, que soy importante para Él, y que Él me ayudará cuando sea el momento adecuado.

Richard G. Scott también explicó que Dios nos ama perfectamente y que «no requeriría que [nosotros] experimentásemos un momento de mayor dificultad más allá de lo estrictamente necesario para [nuestro] beneficio personal o para el de los que [nosotros] amamos.»

Recuerden

En el Libro de Mormón, se les pidió a los nefitas recordar a menudo cuán bueno era Dios con los israelitas. (Véase, por ejemplo, 1 Nefi 17:23-31.) El punto que Nefi estaba haciendo entender a sus hermanos es pertinente para nosotros en nuestras dificultades: si Dios era bueno con ellos, Él también será bueno con nosotros. Podemos recordar nuestras propias experiencias y todas las veces pasadas en que Dios nos ayudó. Él lo volverá a hacer.

Pongan las pruebas en perspectiva

Día tras día, semana tras semana, la vida se hizo de nuevo llevadera para mi primo. Cuando mira hacia atrás, ve que Dios estuvo con él y con su familia durante el fallecimiento de sus dos hijos. Él se aferra a su fe en Dios de que verá otra vez  a sus hijos y que su familia estará unida eternamente. En la búsqueda de lo que sabía a ciencia cierta, se dio cuenta que él sabía que Dios lo amaba y a su familia, y que aún podía confiar en Él, a pesar de lo que estaba ocurriendo con su familia.

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