Bendiciones de la Amistad

marzo 31, 2014 • Acerca de los mormones, Jóvenes mormones • Views: 6267

El otro día alguien tocó a mi puerta. Era un muy buena amiga mía que vino a dejar algunas cosas. Ella me preguntó si podía venir a hablar. Luego dejó caer la bomba sobre mí. Era posible que ella y su familia se mudaran fuera del estado. Hubiera mentido si yo no le hubiera dicho que sabía que eso iba a venir ya que ella ha hablado de mudarse antes, pero egoístamente esperaba que nunca lo hiciera. Dicho esto, esta es una oportunidad de toda una vida para ella y lo que ella decida, voy a ayudarla con brazos amorosos porque, bueno, eso es lo que los verdaderos amigos hacen. Esto me ha hecho pensar y reflexionar sobre nuestra amistad y cómo empezó.

amigas-mormonasEn La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyos miembros a veces son apodados mormones, participamos en lo que se llama las Maestras Visitantes. Me asignan una compañero y juntas, somos llamadas maestras visitantes. El propósito de una maestra visitante es salir una vez al mes y visitar a 2-3 mujeres de la iglesia a las que se nos asignen, y ministrarles. Esto incluye compartir un mensaje espiritual, ayudarlas cuando hay una enfermedad o necesidad urgente, y mantenerse en contacto periódicamente para ver cómo les está yendo. No tenemos que elegir a quién visitamos. Las asignaciones proceden de la oración y la inspiración de la Presidenta de la Sociedad de Socorro. (La Sociedad de Socorro es nuestra organización de mujeres).

visitas-mormonas1Para ser honesta, yo solía encontrar que ser maestra visitante era una carga muy pesada. Sentía que en lo que tenía ya en mi loca vida, era una cosa más que tenía que hacer. Yo no era la mejor en tomar la iniciativa de hacer las citas y salir. Creo que podría decir que no entendía la importancia de lo que significaban esas visitas mensuales. Mi compañera, sin embargo, era muy proactiva en hacer las visitas cada mes. Esa era probablemente una buena cosa, porque si no, puede que hubiera perdido algo muy especial.

Se me asignó una mujer de mi edad que tenía una familia. Yo sabía quién era y habíamos hablado una que otra vez, pero eso era realmente todo. Yo imaginaba que su casa era perfecta, lo mismo que sus hijos. Probablemente leían sus Escrituras con diligencia, decían sus oraciones, y yo nunca la había visto enojada o frustrada. No estaba segura de cómo iba a ser capaz de conectarme con ella. Yo leía mis escrituras (cuando no tenía una súper buena novela que estaba leyendo). Decía mis oraciones (cuando no me caía dormida en la mitad de la frase). ¿Frustrada yo? ¡Nunca! Ciertamente yo no estaba destinada a visitar a alguien que me pudiera excluir si ella sabía que no era tan perfecta en mi vida.

Mes tras mes, la visitamos y yo llegué a conocerla. Ella es divertida, cariñosa y dulce. Me enteré de que se frustra con sus hijos como yo. Cuando vamos a visitarla, ella se preocupa de que su casa esté desordenada (incluso pensé que nunca pensé que lo estuviera), y algunos días la encontrábamos a punto de llorar porque estaba teniendo un muy mal día, bastante parecido a mí. Poco a poco supe que nadie es perfecto, y que en realidad éramos muy parecidas. Ella atenía cosas en las que necesitaba trabajar, y yo también. Llegué a amarla a ella ya su familia y poco a poco, se estaba formando una hermosa amistad.

Yo no puedo expresar lo suficiente la gran bendición que ella es en mi vida. No creo que ella sepa lo mucho que los. Ella ha sido un ejemplo para mí, y me ha enseñado a ser una mejor madre, esposa y persona. Ella ha estado allí para mí a través de mis peores y mejores momentos. He llegado a su puerta con lágrimas y ella me ha recibido haciéndome sentir bienvenida. Mi marido y yo no tenemos familia cerca y su familia ha sido esa familia que hemos necesitado cuando las cosas se han vuelto duras. Hemos celebrado cumpleaños juntas, hemos tenido noches de chicas y citas para juegos. Hemos hablado acerca de los libros que estamos leyendo, nuestras familias, y sobre el evangelio.

Esta reflexión me ha hecho darme cuenta de la gran bendición que pueden ser las maestras visitantes y cómo nuestro Padre Celestial sabe que las mujeres nos necesitamos unas a otras a medida que criamos a nuestras familias. No podemos hacerlo solas. He llegado al punto en que me emociono al salir cada mes para aprender de estas mujeres y para construir lazos de amistad con ellos. No es un programa destinado a juzgar, ni a compararnos entre nosotras, sino para servir y amarnos las unas a las otras. ¡Qué cosa tan increíble de tener! Nuestro Padre Celestial cuida de nosotras en muchas maneras, y estoy muy agradecida a Él por eso.

Mi amiga y yo hemos sido amigas durante casi 4 años. No parece mucho tiempo, pero les diré que se ha sentido mucho más tiempo que eso. Sea lo que sea que ella decida, sé que nuestra amistad no terminará si ella se muda. Cuando me mudé a Utah, odiaba hacer amigos, porque tan pronto como lo hacía y empezaba a acercarme, ellos se mudaban. Después de que ella me dio la noticia, la verdad que estaba muy emocionada por ella. Por mucho que la echaría de menos, ya sé que es algo que su familia ha querido por mucho tiempo. Ella me pidió que orara al respecto por ella y le dije que por supuesto que lo haría! Cuando se fue, yo no podía dejar de bromear con mi esposo acerca de tener «otra amigo que se estaba mudando». Yo solía pensar que hubiera sido más fácil que nunca hubiera conseguido acercarme a nadie, ya que sólo terminaban mudándose. Esta vez, le dije a mi marido, si cuando nos hicimos amigas, yo hubiera sabido que estaría mudándose después de 4 años… yo no cambiaría nada.

A través de nuestra amistad he aprendido a abrirme un poco más, a dar de mí misma un poco más y los resultados pueden durar toda la vida. Aprendí que las mejores amistades pueden formarse en los lugares más inesperados, y lo más importante, aprendí que mi Padre Celestial me ama y sabe qué y a quién necesito en mi vida. Él conoce mis necesidades, mis miedos, y envía ángeles para ayudar a recoger las piezas y para fortalecerme. Las personas que Él manda a mi vida, son Su manera de mostrar Él está escuchando mis oraciones fervientes, y Él realmente me ama.

Este artículo fue escrito por

Krystal Wilkerson

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