Lo que significa para mí la Pascua

abril 1, 2013 • Uncategorized • Views: 5902

Yo crecí en una familia cristiana, como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, por lo que la Pascua se celebraba siempre. Había una buena mezcla en nuestra casa al equilibrar las tradiciones divertidas de colorear huevos y conseguir sorpresas del Conejo de Pascua, y siempre estar conscientes del verdadero significado de la Pascua. Siempre he tenido un vestido nuevo que ponerme para la iglesia el Domingo de Pascua, y nos reunimos como familia para una comida especial. Al igual que la Navidad, yo crecí sabiendo que era todo acerca de Jesús. Sin embargo, cuando somos niños, no podemos evitar quedar atrapados en la diversión de las tradiciones navideñas. Aún como adultos todavía disfrutamos de esas cosas.

Al pasar a la edad adulta, siempre supe el significado de la Pascua, y yo sabía en mi corazón que era verdad. Con el tiempo, mi creencia de que Jesús en realidad había muerto y luego se levantó de la tumba al tercer día se desarrolló gradualmente en un conocimiento de que era verdad. No puedo comprender cómo lo hizo. Sólo sé que lo hizo. Y no tengo que entenderlo para saber que es verdad, al igual que no tengo que saber cómo funciona un teléfono celular para hacer una llamada. La verdad es la verdad, incluso si no la entendemos a plenitud, y eso es algo que he aprendido con convicción en los últimos años. Y cuando permitimos que la verdad entre en nuestros corazones, es una sensación de mucha paz. Pasar de la creencia a la verdad sobre el principio de la Resurrección fue un camino lento para mí, pero fue un viaje que me llevó a un conocimiento seguro. Y una vez que el conocimiento fue colocado firmemente en mi espíritu, nunca sentí la necesidad de cuestionarla.

Maria-Magdalena-sepulcro-vacio-mormónComo madre y abuela, he llevado el mismo equilibrio de las tradiciones. Hacemos juntos las cosas divertidas como familia, pero para mí la parte más importante del Domingo de Pascua es mi propia atención de considerar lo que mi Salvador hizo por mí y por las personas que amo. Puedo expresar mi devoción a mi Salvador asistiendo a mis reuniones de la iglesia los domingos en lugar de elegir estar en otro lugar. Y mi verdadera devoción es tratar de vivir una vida cristiana cada día del año.

Recuerdo muy claramente el año en que me desperté en la mañana del Domingo de Pascua, y mientras me estaba preparando para levantarme de la cama, pensaba en todas las cosas que sabía acerca de la resurrección de Jesucristo y lo precioso que era mí. Entonces tuve una epifanía repentina, uno de esos momentos en los que te sientes como si una bombilla se encendiera en tu cabeza. Por una serie de razones, la Pascua ahora se había vuelto muy personal. Esas razones ascendían a la cantidad de personas que amo que ahora están fallecidas. Yo nunca había puesto en duda que sus espíritus vivían, y que el día llegaría en que el cuerpo y el espíritu de todos nosotros se reunirían, por el hecho de que Jesús había vencido a la muerte. Pero algo en ese momento hizo clic en mí.

Yo había visto a mi madre deteriorarse por el cáncer. La vi bajar de peso y empalidecer. Vi su piel y sus ojos volverse de color amarillo oscuro por la insuficiencia hepática. Y yo estuve allí cuando ella tomó su último aliento. Vi a mi padre decaer por la vejez a un punto en que la vida no tenía ninguna alegría para él. Estuvo paralizado por la artritis, y luchaba con otras dolencias. Y se sentía solo. Había pasado diez años sin su esposa, con quien había compartido 53 años. Yo estaba con él cuando los médicos le dijeron que la neumonía no respondía a ninguno de los tratamientos que se le estaban dando, y este sería el final. Mi padre se sintió aliviado. Estaba listo. Él no era el papá que solía hacerme cosquillas, o el abuelo que solía poner a mis hijos en sus hombros. Era mayor y lisiado. Con mis padres he observado el hecho inalterable de la vida: la muerte. Nosotros, como mortales, nos deterioramos, ya sea por enfermedad o vejez, y todos eventualmente partimos. Al ver un cuerpo humano reducido a dichos residuos, y el espíritu en su interior atrapado por la impotencia del proceso, no tenemos más remedio que aceptar que al final todos tenemos que dejar nuestros cuerpos atrás. Difícilmente hay una persona viva que no haya perdido por lo menos a un ser querido, y con frecuencia la muerte llega en forma trágica y prematura. Esta pérdida es incomprensible, y sería inconsolable si no fuera por el milagro de saber que la separación no es permanente.

Yo no quiero hacerlo parecer macabro, pero para mí la realidad de la muerte fue llevada más profundamente a mi hogar tras el suicidio de mi hermano. Su cuerpo no fue encontrado por tres días, y nosotros como su familia tuvimos que revisar sus cosas en el mismo espacio cerrado donde el cuerpo había estado. Fue allí donde experimenté el olor de la muerte. Me ha dado un poco de empatía por la historia de Lázaro en la Biblia. Si él había estado muerto durante cuatro días antes de que se removiera la piedra de su tumba para que Jesús pudiera resucitarlo de entre los muertos, ¿cómo debe haber sido? ¡Cuánto más que un milagro sin duda fue simplemente debido a los días que habían pasado!

Yo creo que el milagro que Jesús realizó con Lázaro fue lo que los autores llaman un presagio. Estaba haciendo públicamente claro que Él tenía el poder para vencer a la muerte. Pero incluso los más cercanos a Él no podrían haber comprendido lo que realmente quería decir y lo que iba a suceder. Al día de hoy todavía no puedo comprenderlo, pero sé que es verdad. Y eso es lo que me hizo clic por toda la mañana de Pascua. Teniendo seres queridos muertos y enterrados, me llené de una alegría repentina, innegable de saber que era sólo temporal. Debido a que Jesucristo es el Hijo Unigénito de Dios el Padre, y Él pagó el precio más alto, Él fue capaz de vencer a la muerte. Y como Él lo hizo, la muerte simplemente no se siente tan desalentadora y desagradable para mí como lo hacía antes. Sé que voy a abrazar a mis seres queridos de nuevo en la carne. Serán completos y perfectos, y yo también lo seré.

Uno de mis pasajes favoritos en el Nuevo Testamento lo resume perfectamente: «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?. . . Mas sean dadas gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Nuevo Testamento, versión Reina-Valera, 1 Corintios 15:55, 57).

Este artículo fue escrito por Anita Stansfield, un miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

anitaAnita Stansfield comenzó a escribir a la edad de dieciséis años, y su primera novela se publicó dieciséis años más tarde. Desde hace más de quince años ha sido la autora número uno más vendida de ficción de mujeres en el mercado SUD. Sus novelas van desde historia a lo contemporáneo y cubren una amplia gama de problemas sociales y emocionales que exploran la experiencia humana a través de memorables personajes y tramas impredecibles. Ha recibido numerosos premios, incluyendo un premio especial por un ser pionera en un nuevo esquema de ficción SUD, el Premio Lifetime Achievement de la Academia de Whitney de Literatura SUD, y también el Premio Lifetime Achievemente de su editorial, Covenant Communications. Ella tiene cincuenta y seis libros publicados. Anita es la madre de cinco hijos y tiene tres nietos.

Recursos Adicionales:

El Señor Jesucristo

La Santa Biblia

¿Puede el mormonismo en realidad ser verdadero?

anitas – quien ha escrito 2 entradas en AboutMormons.

One Response to Lo que significa para mí la Pascua

  1. Lucrecia Anahí Quintana dice:

    Gracias por compartir tu sentimientos que tienes sobre el amor a Jesucristo.
    Me encantó tu mensaje,es muy especial. Gracias!.
    Creo que nada alcanzaría para devolver todo lo que hizo El por nosotros. Un beso. Lucre

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.