3 Formas en las que Sufrir por Amor Puede Ayudarnos

marzo 25, 2015 • fe y esperanza, Reflexiones sobre Jesucristo • Views: 5474

Antes solía pensar que el Señor nunca respondía mi pregunta de “¿Por qué a mí?,” pero finalmente entendí las razones por las que Él nos deja sufrir por amor.

Si tuviera que elegir la experiencia humana universal más dolorosa, probablemente diría que es la sufrir por un corazón roto. Es algo que todos entendemos, y que viene de diferentes formas y en varios niveles a lo largo de nuestra vida. Está el sufrimiento por un divorcio, o el de haber terminado la relación con alguien de forma muy fea. También está el dolor de perder a algún ser querido, o el de ver a alguien que amamos tomar malas decisiones, o el de ver a nuestras familias sufrir, o el dolor que sentimos cuando nuestras vidas no van en la dirección que queríamos que fueran.

A veces, el sufrir por amor es una experiencia tolerable que conseguimos superar rápidamente. Otras veces, sin embargo, nos deja lastimados y llenos de dolor, sentimientos que pueden durar por semanas, meses y hasta años y nos llevan a preguntarnos: “¿Por qué a mí, Señor? ¿Por qué?”

Por un tiempo pensé que el Señor nunca contestaba mis preguntas cuando lo necesitaba, que Él solo me dejaba sufriendo por mi cuenta. Pero después de algunos meses, comencé a darme cuenta de lo que para mí fue una respuesta a mis súplicas: en vez de ese dolor agobiante y del surgimiento de nuestras inseguridades que suelen venir con este tipo de situaciones, el sufrir por amor puede ser una bendición y una oportunidad especial que nos lleva al crecimiento personal.

Al sufrir por amor podemos entender mejor la Expiación de Jesucristo

Hace unas semanas, estaba hablando con una amiga acerca de una relación que había terminado muy mal. Estaba muy enojada porque, aun meses después de que hubiéramos terminado, me encontré llorando desconsoladamente y cuestionándome mi valor personal. El dolor que sentía era tan intenso, que resultaba insoportable, y me sentía muy sola a pesar de estar hablando con alguien. De repente, a mitad de la conversación, me encontré pensando en el Salvador. Ese pensamiento que llegó tan tranquila pero poderosamente a mi mente me llenó de humildad: Él entiende todo esto. Él sabe cómo se siente. Y en aquel momento supe que era verdad.

En el último tiempo de Su ministerio mortal en la tierra, el Salvador sintió el peso de la desolación, la enfermedad, la tentación, el pecado y el fracaso que cada persona que ha vivido y que vivirá siente. El expió nuestros pecados, y si esa Expiación lo llevó a llorar con nosotros, sufrir con nosotros, muchas veces incluso desmoronarse con nosotros, y preguntándose (como nosotros lo hacemos) ¿por qué?

Es muy difícil siquiera entender completamente la expiación de Cristo, pero cuando estamos sufriendo por nuestros propios errores o penas, se nos da una oportunidad pequeña y especial para comprenderlo. Por un momento en nuestras vidas podemos sentir y ver la cruz que el Señor llevó por nosotros. Y quizás hasta podemos entender que Él cargó billones de esas cruces por cada uno de sus hermanos y hermanas.

Es solamente cuando nuestros corazones sufren que podemos entender aunque sea un poco todas las lágrimas que Él derramó por nosotros y la empatía que debe sentir por cada persona en el mundo. Es cuando nos sentimos más heridos que podemos darnos cuenta que no estamos solos, y que podemos apreciar lo que Jesús sufrió por nosotros.

Cuando sufrimos por amor, es cuando podemos realmente llorar con aquellos que lloran y consolar a aquellos que necesitan de consuelo.

Cuando estamos en el medio de un mal momento emocional, es demasiado fácil caer en un ciclo de autocompasión y frustración. Es muy fácil focalizarnos en nuestras circunstancias presentes y llorar por nosotros mismos, preguntándonos “¿Por qué a mí? ¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué ahora?” Seguido, nos sentimos como si fuéramos los únicos que estuviéramos sufriendo, y cuando esto pasa, nos cerramos a las otras personas. Pero cuando hacemos esto, perdemos la oportunidad de usar el gran talento que el sufrimiento por amor nos trae: el entendimiento.

Cuando alguien nos rompe el corazón, vemos las cosas diferentes. Somos capaces de sufrir por aquellos que están pasando por momentos difíciles, especialmente esos que son similares a los nuestros. Podemos empatizar de manera similar a como el Salvador empatiza porque también hemos llevado esa cruz. En ese sentido, estamos en la mejor posición para hacer lo que el Salvador hizo. Podemos llorar con los que lloran, y consolar a los que necesitan de consuelo. Nuestros corazones, naturalmente tiernos y humildes, tienen una gran capacidad para amar si le dejamos. Ese amor es algo que nuestros hermanos y hermanas necesitan sentir. En caso de que no lo puedan encontrar en el Salvador mismo, necesitan encontrarlo en el amor que el Salvador tiene por nosotros.

Yo creo que el Señor nos deja sufrir mucho porque tiene otros hijos que también están sufriendo y necesitan saber que no llevan sus cargas solos. Probablemente sea fácil sentirse mal por nosotros mismos, pero la cosa más productiva que podemos hacer con nuestro dolor es usar esa perspectiva que se nos da, y consolar a los que nos rodean que están sufriendo también. Cuando nos perdemos en el servicio al prójimo es cuando realmente podemos sanarnos.

Después de un momento emocional difícil, podemos apreciar realmente la paz y la alegría de un corazón sin cargas.

Una última y gran bendición que nos trae el sufrir por amor es una que viene con el tiempo. Quizás no lo reconozcamos por meses o años, pero cuando lo hacemos, nos regocijaremos en los tiempos difíciles por los cuales tuvimos que pasar para apreciar lo bueno.

Luego de haber sido expulsados del Jardín de Edén y de la Presencia de Dios, Adán y Eva encontraron una forma de sobrellevar sus faltas aun sufriendo como debieron haber sufrido. Me imagino que se debieron sentir muy solos pero aun así nunca perdieron la esperanza y continuaron siguiendo los mandamientos del Señor. Eventualmente, tuvieron hijos y les fue conferido el don del Espíritu Santo. A partir de ese momento, se regocijaron y Eva exclamó: ” De no haber sido por nuestra transgresión, nunca habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los que son obedientes.” (Moisés 5:11)

Es un patrón bíblico el hecho de que luego del momento en que la desesperación y dolor más grande pasan, los remplaza un gozo inimaginable. Alma Hijo experimentó esas dos sensaciones en su proceso de arrepentimiento. Lehi y aquellos de su familia que comieron del fruto del Árbol de la Vida pasaron por caos y confusión para llegar a obtener vida eterna. Incluso el Salvador, que sangró por cada poro y fue crucificado por aquellos que amaba, volvió a reunirse gloriosamente con Sus discípulos y Su cuerpo resurrecto. Cada momento de gozo fue mejor debido al dolor que sufrió para llegar ahí, y lo mismo pasa en nuestras vidas.

Podemos empezar de nuevo

Sufrir por amor es difícil, pero no es el fin. Si lo permitimos, nuestro corazón roto puede darnos la oportunidad de amar a otros con más intensidad, y de apreciar la Expiación mucho más. Es difícil, y muy seguido nos lleva un largo tiempo poder recuperarnos, pero con en esa recuperación llega la perspectiva que nos ayuda a fortalecer nuestra relación con Jesucristo y nuestro amor por nuestras hermanas y hermanos.

El plan de nuestro Padre Celestial es un plan de felicidad, y aunque a veces nos encontremos pasando por momentos infelices en nuestra jornada mortal, la promesa para aquellos que continúan y hacen la voluntad del Señor es gozo ilimitado en el Padre.

 

Articulo publicado originalmente en LDS Living

Originalmente escrito por: Arianna Rees

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One Response to 3 Formas en las que Sufrir por Amor Puede Ayudarnos

  1. Juan dice:

    …este articulo es fortalecedor. Gracias por la traducción.

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